Armenia fue uno de los primeros lugares en los que se desarrolló la civilización humana. Considerada por algunos especialistas como una de las primeras regiones donde se logró fundir el hierro y el cobre, también en Armenia algunos granos de cereales, como el centeno, pudieron haberse desarrollado por primera vez. Durante la mayor parte de su historia, Armenia fue regida u ocupada por potencias extranjeras, entre las que caben destacar los asirios, persas, romanos, mongoles, turcos y rusos. Los estados armenios independientes duraron cortos periodos de tiempo en el pasado; el de mayor duración estuvo bajo el gobierno del rey armenio Tigranes el Grande. Durante su reinado, el territorio controlado por los armenios se extendía desde el mar Caspio al Mediterráneo y comarcas de la actual Siria. Este periodo de independencia finalizó en el 69 a.C. con la invasión de los romanos. Armenia se convirtió en el 301 d.C. en el primer Estado cristiano del mundo.
Armenia ha sido tratada de forma extremadamente violenta por las potencias extranjeras varias veces a lo largo de su historia. La invasión de los turcos Selyúcidas en el siglo XI tuvo como consecuencia la primera emigración a gran escala de los armenios. Otros periodos de emigración se sucedieron, especialmente a finales del siglo XIX, cuando los armenios sufrieron persecución por los gobiernos turco y ruso al discutir por sus demandas políticas. Las fuerzas turcas masacraron a los armenios. El gobierno ruso, aunque no tan represivo como el turco, cerró las escuelas armenias y ordenó la confiscación de las propiedades de la Iglesia armenia. Las peores atrocidades contra los armenios que vivían en el Imperio otomano tuvieron lugar durante la I Guerra Mundial (1914-1918), cuando las deportaciones masivas y las masacres supusieron la eliminación de nueve de cada diez armenios residentes en Anatolia (la actual Turquía asiática). El gobierno otomano acusó a los armenios de alinearse con los rusos y adujo como justificación para llevar a cabo las masacres y deportaciones masivas la situación de rebelión interna existente. Cientos de miles de armenios fueron desalojados de sus hogares en Anatolia y enviados al exilio en las áreas desérticas de la Siria actual. Un gran número de armenios pereció de hambre y enfermedades o fueron asesinados por soldados o civiles durante las marchas forzadas. Aunque el gobierno ruso y las potencias europeas elevaron sus protestas por las atrocidades otomanas, optaron por no intervenir. En el momento de finalizar la I Guerra Mundial, más de 800.000 armenios habían muerto. Las masacres continuaron a comienzos de la década de 1920, por lo que muchos armenios huyeron a otros países, incluidos Rusia y Estados Unidos. De acuerdo con la mayoría de los historiadores, el trato concedido por las autoridades otomanas a los súbditos armenios del imperio constituyó el primer genocidio del siglo XX. No obstante, el actual gobierno turco rechaza que esos acontecimientos tuvieran el carácter de genocidio, pues argumenta que las muertes fueron el resultado de enfrentamientos bélicos, enfermedades y hambrunas.
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